Este libro colectivo, editado porNiktelol Palacios , está conformado por once artículos que tocan diversas temáticas sobre la lingüística contemporánea, plantean distintas interrogantes de investigación lingüística y ofrecen diferentes marcos teóricos y metodologías de trabajo. Sin duda, podemos decir que se trata de un libro de mucho interés para investigadores y estudiantes de lingüística. Por ello, atenderemos solamente a aquellos aspectos que juzgamos sobresalientes por su novedad y relevancia en el campo de estudio en que se desenvuelven. El primer artículo es de Francisco Arellanes, “Las secuencias nominales en el zapoteco de San Pablo Güilá como pies yámbicos: evidencia acústica y repercusiones fonológicas”. Como se señala en el título, el investigador se ocupa de la manera en que están construidas las secuencias de N + N, compuestos muy comunes y frecuentes en el zapoteco de San Pablo Güilá. Arellanes muestra cómo la primera posición (el primer nombre) es átona, mientras que la segunda (el segundo nombre) es tónica, por lo que puede aducir que la secuencia corresponde a un patrón de tipo yámbico canónico (es decir, el primer segmento -que es monosilábico- débil, y el segundo fuerte). Para llegar a esta conclusión, presenta un panorama detallado y muy claro sobre cómo las palabras morfológicamente simples en esta lengua son monosilábicas, y las bisilábicas (y trisilábicas), préstamos o secuencias de N + N (de palabras de la misma lengua); por ejemplo, el N para designar “frijol” es [ßza ?], y para decir “frijol molido o masa de frijol” sería [koß.za ?]. Para argumentar su propuesta, hace una breve presentación de lo que son los niveles prosódicos básicos: mora, sílaba, pie y palabra fonológica. Al final, enumera algunas conclusiones sobre la noción de
El segundo artículo es de Miroslava Cruz-Aldrete, “De primera mano: introducción al estudio de las lenguas de señas”. Efectivamente, se trata de una magnífica presentación del trabajo realizado en esta disciplina, pues Cruz-Aldrete agrega a su estudio consideraciones sobre la comunidad sorda, así como la heterogeneidad en el uso de la Lengua de Señas Mexicana. Impresiona saber que fue hasta 2005 cuando la LSM se declaró parte del patrimonio lingüístico de México y se le dio el estatus de lengua nacional, como a las lenguas indígenas. La autora señala que uno de los ingentes problemas que hemos padecido es que el niño sordo comúnmente iba a escuelas de oyentes y terminaba por no aprender ninguna lengua. En los últimos años, se ha visto que es precisamente en las escuelas de educación especial donde el sordo puede configurar su identidad y sentirse miembro de una comunidad lingüística; ahí se enseña la LSM como lengua materna y el español escrito como segunda lengua -es decir, son bilingües.
Cruz-Aldrete hace luego un recorrido histórico de lo que han sido los estudios de lenguas de señas, habla de cómo estas lenguas visogestuales están organizadas mediante la secuencialidad, la simultaneidad y la espacialidad, y de que las lenguas orales, en cambio, sólo presentan secuencialidad. Termina planteando algunas líneas de investigación que tendrían que explorarse, como la enseñanza del español escrito (actividad de tipo práctico y metodológico), e invita a pensar en lo que pudiera decirse acerca de la naturaleza del lenguaje si incorporamos indagaciones de tipo teórico (la naturaleza de las señas, el empleo de las manos y el cuerpo, etcétera).
Luz Fernández Gordillo, en su trabajo titulado “Ideología en diccionarios monolingües de la lengua española”, rastrea la presencia de la ideología y de los juicios personales o sociales que se tienen y cómo éstos se filtran en las definiciones y en los artículos lexicográficos de los diccionarios. Comienza por señalar que el léxico es el nivel más dinámico, más mutable, más cambiante, tal como es la realidad -justamente lo que el léxico nombra-; entonces, es lógico que también se modifique constantemente. Por ejemplo, resulta interesante pensar en lo que dice Fernández sobre el género: en la mayor parte de las lenguas indoeuropeas (incluido el español), el masculino es el género no marcado, fenómeno que tal vez se originó como algo natural, porque se trataba de sociedades androcéntricas, patriarcales y muy pronto cristianas, católicas, de raza blanca y aristocráticas. Luego, Fernández cita que en el prólogo del
Sergio Ibáñez Cerda, en su trabajo “Definición semántica y alternancias sintácticas de verbos de comunicación «emotivos» del tipo
Luis Fernando Lara, en su trabajo “«La chilanga banda»: hibridización y tradición”, utiliza el análisis lingüístico para comprender y revalorar una célebre composición de Jaime López que, por ser una canción popular con numerosas virtudes para el tipo de análisis de que es objeto, atrae la atención del especialista. Se trata de una composición en versos octosílabos (metro típico de la tradición hispánica desde la Alta Edad Media) y con un ritmo de
La sexta contribución, “Léxico y terminología en sexualidad”, es un artículo muy detallado a cargo de Alfonso Medina Urrea sobre la formación automatizada de un corpus sobre sexualidad y sexología. El artículo versa sobre métodos computacionales que permiten crear diccionarios electrónicos. En particular, se describe el
En el capítulo “Adjuntos obligatorios o de régimen verbal”, se discute sobre un conjunto de adverbios que son obligatorios o, mejor dicho, exigidos por la estructura semántica. El autor, Armando MoraBustos, reseña una serie de artículos previos que se muestran unánimes, hasta cierto punto, ante esta obligatoriedad y describe las características más importantes de estos adverbios, que llama “adjuntos obligatorios”, dentro del marco de la gramática del
El octavo capítulo del libro corresponde a Niktelol Palacios , también editora del volumen, y lleva por título “Funciones y mecanismos de la atenuación en PRESEEA-Puebla: instrucción educativa alta”. Este trabajo se suma a las muy variadas investigaciones que se están llevando a cabo actualmente a partir de la información que ofrece el proyecto PRESEEA, en este caso, con datos de Puebla, México, y con el nivel de educación alto. La autora estudia el fenómeno sociopragmático de atenuación en seis entrevistas a tres hombres y a tres mujeres; dos hablantes de cada generación (20-34; 35-54 y más de 55). Se analizaron 30 minutos de cada entrevista. Para la muestra, la edad resultó ser la variable más sugerente. Ahora bien, Niktelol Palacios define el concepto de
En el noveno artículo, “Un acercamiento a la lexicografía y la terminografía desde el análisis de diccionarios generales y especializados”, María Pozzi busca establecer diferencias entre la lexicografía y la terminografía, partiendo del análisis de obras lexicográficas, tres de ellas diccionarios generales del español, además de muy diversas obras especializadas. La autora advierte la necesidad de distinguir entre “lengua general” y “lengua de especialidad”, y entre “palabra” y “término”. Recalca, sin embargo, la dificultad de establecer una clara división entre ambas disciplinas. En el artículo, se discuten las diferencias entre los términos o palabras a definir en cuestiones de macroestructura (el conjunto de las entradas y su distribución), de microestructura (las informaciones del artículo lexicográfico) y en cuanto a la definición. Finalmente, la autora presenta una serie de problemas metodológicos y teóricos que permanecen sin resolver y de los cuales destacamos los siguientes:
“¿Cuántos dialectos del español existen en México?”, se pregunta Julio Serrano en el décimo capítulo, “Un ensayo de dialectología perceptual”. El trabajo es muy innovador y se inscribe en la tradición dialectológica mexicana. El autor hace un repaso de las diferentes propuestas para identificar zonas dialectales en México, entre ellas las de Lope Blanch, quien en 1971 proponía hasta 17 variedades a partir de datos léxicos -o 10, en 1996-, y la de Martín Butragueño, quien, con datos fónicos, propuso 5 zonas en 2014. En este estudio, Serrano busca tomar en cuenta la percepción de los hablantes, propósito para el cual se levantaron 60 encuestas. Importa mencionar, aunque sea brevemente, la metodología que emplea. A cada informante se le proporcionó un mapa de México con división política sin nombres y se le preguntó: “¿cuántas formas distintas de hablar el español existen en México?”. Entonces se le instruía para que encerrara en círculos las zonas donde identificaba una forma de hablar. Entre las etiquetas más utilizadas se encuentran: norteño, costeño, yucateco, chilango, centro, jarocho, peninsular, norte, veracruzano, sureste, tabasqueño y chiapaneco, entre otras. A partir de las 60 respuestas, se realizó un trabajo estadístico para determinar las zonas dialectales. Según Serrano, se encontraron cuatro dialectos principales: norte, centro, costero (Guerrero y Veracruz) y península de Yucatán. Desde luego, esto a partir de las impresiones subjetivas de los informantes.
En el último capítulo, “El papel de la ingeniería lingüística en el trabajo terminográfico”, Gerardo Sierra, director del GIL, se ocupa -al igual que Alfonso Medina en el sexto capítulo- del trabajo de la ingeniería lingüística. El artículo explica con sencillez los procesos asociados a esta disciplina, como las tres etapas del trabajo terminográfico: la etapa de gestión (identificación de fuentes de información y creación de bases de datos), la de trabajo terminológico (los corpus, las indizaciones, la extracción de datos terminológicos y la elaboración de la terminología) y, finalmente, la de publicación de resultados. Estas labores no podrían llevarse a cabo hoy en día, dado el gigantesco volumen de datos, sin la ayuda de herramientas informáticas. En particular, desde 1999, el GIL se ha abocado a la lexicografía computacional, con métodos tanto semasiológicos como onomasiológicos.
En el artículo se mencionan las distintas herramientas, corpus y diccionarios disponibles para su consulta en Internet, virtud de esta contribución, ya que representa una guía para el lector iniciado o que tiene poco conocimiento de esta disciplina. Además de tratar de la extracción de datos y de explicar la diferencia entre los métodos estadísticos y los basados en reglas, el texto hace referencia a lo que el autor llama “compleción” de la terminología y a los apoyos que la ingeniería lingüística puede brindar en este sentido, como los analizadores morfológicos que permiten lematizar sustantivos, adjetivos y verbos. En el momento de la edición y consulta de la terminología, puede encontrarse apoyo también en métodos computacionales. Por último, el autor reconoce que hay ciertas limitaciones en la ingeniería lingüística: una de ellas es el hecho de que el lexicólogo no entienda la importancia de la informática en su trabajo y utilice la computadora meramente como máquina de escribir; otra tiene que ver con deficiencias en el desarrollo de la tecnología que todavía no da los resultados esperados -por ejemplo, los márgenes de error de los métodos automáticos aún son muy altos, de tal manera que es necesario seguir mejorando tanto el hardware como el software-; otra es la escasa cantidad de bancos de datos en lenguas diferentes al inglés, por lo que hace falta crear redes internacionales y establecer criterios de uniformidad y compatibilidad.
Como se puede observar a partir de esta breve exposición de cada capítulo, el libro constituye un panorama acerca del quehacer lingüístico en México. Si bien se perciben algunas ausencias -la morfología del español, el análisis del discurso, la lingüística forense o la traducción-, éstas se justifican por el origen común de los artículos en las conferencias “La lingüística contemporánea en México”, que se llevaron a cabo en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en el año 2014, situación que determina el formato y el alcance de la obra. Al momento de leer el libro, nos encontramos con conocimientos y discursos familiares, no porque conozcamos todas las subdisciplinas que se tratan en la obra, sino porque, por un lado, nos une el interés en las ciencias del lenguaje y, por otro, compartimos un lugar y un espacio en donde llevamos a cabo nuestra labor de investigación, esto es, la lingüística mexicana. Ése es el valor de este libro: poner a dialogar en un volumen distintas filosofías y acercamientos a la lengua.